Capítulo 10

Nuevamente, durante el viaje de regreso Clara Sandra se quedó dormida, lo que llevó a Carlos J. a sentirse lo mismo incómodo (¡él que hacía el viaje para platicar con ella!) que pensativo. Algo le había quedado claro: a su novia no sólo “le pasaba” que sus sueños se hacían realidad: también podría controlarlo. No sería un proceso sencillo o fácil, pero podría hacerlo.

Carlos J. pensaba cómo sería eso: ¿Ella tendría que pensar en qué quería soñar, antes de acostarse? ¿O lo haría desde dentro del mismo sueño? ¿Sería como si se tratara de un control de videojuego, o como un escritor escribiendo una novela?

Carlos J. empezó a pensar más: ¿Y qué pasaría si yo tuviera esa capacidad…?¿Qué podría hacer si pudiera ver y conocer el futuro desde antes?¡Seguro la usaría para conocer el examen antes y sacar puros dieces sin estudiar!¡O también podría ganarme la lotería!

Pero no lo tengo yo… la tiene ella. Y debo aprender a convencerla. Tal vez si le plantara alguna idea mientras duerme… Sí, pudiera ser. A final de cuentas, a la ida fue la canción de las abejas durante su sueño la que la hizo pensar que las abejas nos atacaban… ¿O no? Sí, eso debió ser…

La soledad y la ambición son muy malas consejeras. Durante los siguientes minutos, Carlos J. pensaba en lo que podría hacer si lograba aprender cómo usar la capacidad de Clara Sandra de soñar el futuro para sacar ventaja. Y no era porque no la quisiera, no; quería tener la capacidad de ofrecerle un mejor futuro y estabilidad financiera. Al menos eso es lo que pensaba y con lo que justificaba su línea de argumentación: no lo hacía por él, sino por ella. Porque ella merecía un novio que le ofreciera lo mejor de la vida.

La soledad es mala consejera cuándo no sabe sobrellevarse. Y para Carlos J. ese viaje le dio muy malas ideas. Sí, es cierto que iba con Clara Sandra al lado, pero también es cierta que ella iba profundamente dormida. Y él seguía pensando lo que podría hacer si fuera él quien tuviera la capacidad de soñar el futuro.

La ambición es muy mala consejera. Porque el pensamiento que empezó con poder conocer el examen antes que los demás para sacar dieces, poco a poco se fue fijando metas más ambiciosas, como influir a los demás, ganar la lotería o las carreras de caballos. Hacer lo que fuera necesario para obtener recursos extras, fácil y rápidamente.

Yo no soy quien puede soñar el futuro, es ella. Pero tengo que convencerla que me ayude a ganar más fácilmente. Eso es en beneficio de los dos. Debe ayudarme, es por el bien de todos. No creo que se niegue… Pero también puede ser que no quiera. Veo que le da mucho miedo esa capacidad. Y como dijo su abuelo, es un proceso. Tiene que aprender a manejarlo. Pero si soy yo el que le conduce los sueños, es posible que podamos lograr mi plan. A final de cuentas, no lo hago por mí, sino por ella.

Me pregunto, ¿Qué está soñando ahora mismo? ¿Y si pudiera influir en ello? Por si las moscas, voy a apagar el radio del auto, no vaya a ser que escuche una canción “de odio y en contra de ellos”, y eso le induzca un sueño en mi contra.

La aproximación final a la ciudad era como lo preveía: menos peligrosa de lo esperado por el alto tráfico que no le dejaba ir rápido ni dejaba que lo presionaran los demás conductores, pero con la aguja de la gasolina empezando a llegar al límite de vacío, por lo que empezó a preocuparse. De cualquier modo, había poco qué hacer: no había gasolineras cerca y traía poco dinero. Sólo esperaba que, al ser descenso, dejando el coche en punto muerto redujera el consumo y pudiera alcanzar a entrar a la gasolinera.

– Lo bueno es que ella me tiene a mí. Me da miedo pensar qué hubiera pasado si alguno otro de mis amigos, así sea uno de Los Jotas, anduviera con ella. Seguro tratarían de abusar para su propio beneficio. Lo bueno de que sea yo es que lo hago por el bien de todos; de Clara y del mío, pero también de nuestra posible familia y ¿por qué no decirlo? De toda la humanidad. Ese don en las manos inadecuadas podría hacer mucho daño. Pero en las mías será para bien. Espero que Clara lo entienda así… Tendré que convencerla…

Pero, ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo convences a alguien que te cuente sus sueños? ¿Será que ella sueñe sobre cualquier cosa o puedo hacer que sueñe sobre algo concreto? ¿Podrá ver detalles o únicamente la cosa en grande? Es decir, si le encargo conocer mi examen, ¿lo conocerá todo o verá solo la calificación final? No sé, me parece complicado afinar los detalles.

A pocos minutos de eso, pudo ver una gasolinera y entró, casi impulsado por los vapores en el tanque. Con el poco dinero que llevaba, apenas pudo poner algo más que un cuarto de tanque. Suficiente para llevar a Clara a su casa y llegar a la suya. Pero… Seguramente su padre se molestaría al haberlo dejado casi vacío. Ni con el ajetreo de la gasolinera se despertó Clara. En unos minutos empezaron la marcha nuevamente, tras que Carlos J. no le dio propina al despachador y este le riñó. La gratificación no es obligatoria, pero casi casi.

Es lo que digo… No puedo seguir viviendo con tan poco dinero. Entiendo que mi familia no es multimillonaria, pero seguramente mi papá podría darme un poco más para gastar. O tal vez yo podría ganarme un poco. Y creo que la mejor manera para eso está dormida, aquí a mi lado. Si pudiera utilizar su capacidad de ver el futuro, de seguro encontraría una forma muy lucrativa de hacerlo.

Confiado en que había manejado ya varias centenas de kilómetros en su primer viaje, y en parte por la hora, no observó un tope seguido de un bache: el carro se sacudió violentamente con ambos brincos. Pese a ello, Clara Sandra sólo carraspeó un poco y siguió dormida.

Se queja de que se la pasa soñando, ¡Pero no hay manera de despertarla, no inventes! Bueno, creo que será más fácil así. ¡No inventes, que bache tan grande! Si yo fuera el mero mero del gobierno no dejaría ni un bache así… Y creo que puedo serlo. Si tan sólo aprendiera a conducir los sueños de Clara en la dirección correcta, de modo que pudiera ver quiénes serían mis contrincantes y qué han hecho mal antes… Y si además pudiera ver qué quieren las personas, y tratar de dárselos…Sí, creo que podría funcionar. Además, si lo hago bien en un cargo pequeño, podría ir subiendo con facilidad… Lo dicho, mi novia es el boleto a la fortuna y al éxito. Nada más tengo que aprender a guiarla. Total, es por nuestro bien… El de los dos. Lo hago por ella y para ella. No es por mí, es por ella…

Aunque ya estaban cerca de la casa de Clara, el tráfico urbano de sábado en la noche estaba desatado. A ese ritmo, podrían llegar… en algún momento dentro de las siguientes dos horas. Seguro sus padres ya estarían inquietos, pero no había manera de contactarlos. Así que todo era cuestión únicamente de evitar que se acabara la gasolina y de paciencia.

Empiezo a creer que la forma más simple es pegarle al Gordo de la lotería. Eso nos daría mucho dinero inicial, y a la vez debe ser muy fácil ver una sábana de ganadores e identificar el número. Dicen que si preguntas en las oficinas de la Lotería en dónde están vendiendo determinado número, te informan. Sería muy fácil. Aunque también podríamos ir al hipódromo: total, con que vea los tres caballos ganadores en una sola carrera, podríamos obtener una apuesta importante. Sé que puedes ganar hasta 20 veces tu monto inicial o puedes ganar más si le atinas a tres carreras consecutivas, así que… Vale la pena y está sencillo.

Carlos J. no se percata de las implicaciones morales de sus reflexiones de las últimas horas. Para él, el plan es infalible. Y está justificado porque… lo hace él. Y es para su beneficio. Tal vez es la primera vez en su vida que tiene la posibilidad de enfrentar un dilema así.

¿Y si ella no quiere ayudarme? ¿O si no puede? Digo, su abuelo le dijo que apenas iba a aprender a controlar ese don, y que le tomaría tiempo. Pero a ella la veo muy angustiada con lo que le pasa. Supongo que es normal, nadie sabe cómo ayudarla y no tiene idea tampoco. No debe ser fácil. Pero tengo que convencerla de que es por nuestro bien.

Piensa, Carlitos, piensa… Tienes a tu lado una mujer capaz de hacerte rico y poderoso. Sólo tienes que convencerla de que se deje guiar. No será fácil, pero tú puedes lograrlo. También tienes que aprender cómo puedes conducir su don para beneficio de los dos… es cosa de estar atento. Tú puedes…

Carlos J. no notaba su drástica transformación: hasta ahora, sus sueños de grandeza habían sido únicamente eso, aspiraciones sin bases. Pero ahora que sentía que estaba a su alcance realizar algunas de sus ambiciones, estas empezaban a salirse de control. Y eso que era, hasta ahora, una mera ensoñación: ¿Cómo podría lograrlo? ¿Era posible? Pero eso no lo iba a detener. Se había despertado en él la ambición.

– ¡Claro que podré lograrlo! Si ella coopera, magnífico; si no, buscaré la manera de convencerla que ella quiere hacer eso. Porque querrá hacerlo. Es por nosotros, es por los dos; le conviene hacerlo.

Llegaron, por fin, a casa de Clara Sandra. Ella seguía plácidamente dormida en el reclinado asiento del pasajero. Él esperó un rato a que despertara, y al ver que no pasaba, se acercó y le dio un tierno beso en la boca. Cual si fuera la Bella Durmiente, despertó abriendo los ojos muy lentamente.

¿Dónde estoy?

– Conmigo, en el carro de mi papá. Ya estamos fuera de tu casa. Te dormiste casi todo el camino de regreso…

– No lo noté… Perdón, mi amor. Dijo aún somnolienta.

¿Y qué soñaste, mi amor?

– Nada, mi vida… En todo este rato no pude soñar absolutamente nada. ¡No sabes qué descanso!

Para Carlos J. esa no era precisamente la mejor noticia que podría escuchar… Pero el nervio de llegar a su casa tras ver la hora le ganó. La verdad es que estaba agotado y le esperaba aún una gran reprimenda por desaparecer todo el día en lo que se suponía era sólo un pequeño paseo con su novia. A final de cuentas, estaba fatigado pero contento por el camino que veía delante de sí: con la ayuda voluntaria o involuntaria de Clara Sandra, podría lograr todas sus ambiciones.

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