Capítulo 22

El susto de encontrarse transportada a la habitación de Carlos J. no terminaba de pasársele a Clara Sandra, cuando descubrir el “plan de vida” de su novio le había puesto a volar. A pesar de todo, él la amaba; valoraba lo que podían hacer y aceptaba que lo hacían juntos. Por supuesto, le hubiera gustado más que se lo dijera en persona antes que leerlo así, por accidente. Pero el “así” era de suyo bastante extraño: ella había sido transportada mediante un sueño compartido hasta la habitación de él, en donde descubrió lo que él sabía.

Empezó a pensar qué debía hacer. No había podido despertarlo. No podía regresar a su casa en camisón, sin dinero y sin llaves, sin despertar sospechas. Estaba sorprendida y sin soluciones. Hasta que se le ocurrió algo.

Se acostó junto a Carlos J. y trató de dormir. Si mediante un sueño llegó, mediante un sueño podría salir. Y sí, se sentía tan extraña de estar acostada al lado de él en una cama individual; de tenerlo tan cerca y que él ni siquiera pudiera enterarse.

Trató de dormir, pero el nervio y la excitación no la dejaban lograrlo. Cada vez que se preguntaba si ya estaba dormida, volvía a la vigilia plena. Tal parece que el sueño es tan evasivo como esas cosas que, mientras esperas y te concentras, se te niegan; pero tan pronto las abandonas, se logran. Así que decidió no preguntarse más si estaba dormida. Y por fin empezó a hundirse en un sopor profundo.

En ese estado de duerme vela, en que ya no estaba plenamente consciente de todos los detalles del cuarto, pero aún no regresaba al sueño con Carlos J., notó con el rabillo del ojo que en el rincón de la habitación, junto a la cabecera de la cama, empezaba a formarse una pequeña niebla blanca. Pensó por un momento que debía ser el calentador, pero luego cayó en cuenta que no había calentador alguno en la habitación.

Volteó su cabeza hacia el rincón y no pudo distinguir nada. Así que volvió a acomodarse y entrecerrar los ojos. Y nuevamente alcanzó a ver esa niebla, pero ahora haciéndose cada vez más intensa. Decidió ignorarla y tratar de dormir nuevamente.

Pero esta vez la niebla se tornó más intensa, hasta que en medio de ella se materializó algo que parecía un hombre alado. Se trataba de un ángel. Éste los veía con sumo amor y compasión. Clara decidió que seguiría fingiendo que estaba dormida.

– Así que ya descubrieron juntos la misión por la que están aquí. Eso es un gran avance. Hay personas que no lo logran a lo largo de una vida larga y fecunda. Ustedes ya lo tienen claro a pesar de ser tan jóvenes.

Clara aguzó el oído, sin abrir los ojos. La voz era realmente angelical, profunda y amorosa.

– Desde hace mucho el Arcángel Rafael y quienes le ayudamos hemos estado encargados de cuidar estos dones de la familia de Clara Sandra. Y me pidió en particular que cuide y vele de ella. Pero también es mi deber, desde antes, cuidar a Carlos Jeremías. Es mi primera vez a cargo de una pareja. No ha sido fácil, pero ya vamos. ¡Qué hermosos se ven juntos!

Sé que mis superiores podrán reclamar mi conducta; he hecho cosas que no debería. Forcé mucho las cosas para que se conocieran y acabaran juntos. Y por poco me equivoco al inducir que Carlos se acordara de lo que debía olvidar. Pero no entienden lo importante que es que ya se descubra que los hombres poseen mucho potencial, que han dejado perder. Que es momento de que sueñen nuevamente. Y es mi tarea cuidar que en esta ustedes dos se logre eso. Serán los primeros hombres de esta nueva etapa.

Y ahora que están juntos y ya tienen clara su misión y lo que deben hacer será todo mucho más fácil. Es momento de regresar a Clara al sueño y de allí a su casa, no está bien que esté aquí.

Y con un gesto del ángel, Clara Sandra cayó en un sueño profundo y su cuerpo, transmutado en luz, desapareció de la habitación de Carlos J.

***

De vuelta al sueño de Carlos J., Clara Sandra tenía las cosas más claras: de un lado, sabía que no estaban totalmente solos. Esa presencia cuidadosa que sentía en ocasiones cerca de ellos ya tenía un aspecto y una razón. También estaba segura que Carlos J. la amaba y la entendía mucho más de lo que decía. Le molestaban sus silencios, sin duda; que no quisiera explicarse bien, como si no le tuviera confianza. Pero lo amaba con todo y esas fallas. Ya habría tiempo para corregirlo.

También había decidido no decirle lo que había escuchado decir al ángel. Si bien todo lo que les había pasado -telepatía, telekinesis, sueños vívidos, presencia de ángeles- era parte de la literatura de lo metafísico, también era muy real: lo habían vivido en múltiples veces. Pero no era algo que pudieran explicarse ni ante ellos mismos ni ante un tercero. Tampoco era momento de preocuparse por ello.

Carlos J. seguía en la misma posición en que lo había dejado al caerse de ese sueño. Parecía congelado él y todo alrededor. De hecho, si Clara Sandra hubiera visto por la ventana que daba a la pista, una avioneta estaba quieta, suspendida en el aire a unos dos metros de la pista: se había quedado detenida al iniciar el vuelo.

Clara Sandra se dio cuenta de lo sucedido: dado que era su sueño, cuando ella salió del mismo, éste se pasmó. Y dado que lo estaba controlando Carlos J., no se derrumbó hacia el mundo de la vigilia. Así que era ella quien podría reactivarlo.

Se acercó a su novio, estático e inmóvil. Le acarició suavemente la mejilla con el dorso de su mano. Buscó sus ojos: se veían brillantes pero inmóviles. Se le quedó viendo, tratando de descubrir lo que pasaba por su mente, sin lograrlo. Le besó suavemente.

– Amor mío: no sabes lo que he descubierto hoy. Primero, que me amas a pesar de lo que me demuestras a veces. Segundo, que tenemos una misión más importante que simplemente acumular una casa tan hermosa como esta, autos, aviones y riquezas materiales… No, amor… Tenemos mucho más qué hacer. Es una tarea no menor y que no será fácil. Pero debemos hacerla.

Para poder cumplir esa enorme misión, amor mío, debemos mantenernos puros y comprometidos: no sé qué tenías en mente, o por qué tenías tanto dinero en tu poder, pero debes regresarlo. No está bien que lucremos con este don.

¿Puedes hacerlo, vida mía? ¿Lograrás entender la grandeza que nos toca realizar? Dí que sí, amor… di que sí y te seguiré a dónde vayas, y juntos lograremos despertar la capacidad de soñar del mundo entero, empezando con nuestros hijos…

Y se acercó nuevamente a sus labios, dándole ahora un beso más profundo y largo. Al tiempo, la casa, el bosque, el lago, los aviones y todo empezó a deslavarse, como si estuvieran pintados. Carlos J. y Clara Sandra quedaron en un limbo blanco, con una luz cuya fuente no podía identificarse y que parecía venir de todas partes y de ninguna en especial. Carlos J. reaccionó al beso, como si el tiempo empezara a correr nuevamente.

– ¡Sí, va mi vida de por medio y tú no lo entiendes!

Gritó y manoteó el joven, continuando la discusión exactamente en dónde la había dejado, sin darse cuenta de la pausa que había entrado súbitamente. Sobresaltado, notó que estaba en esa nada que les rodeaba, y que ahora que había despertado, empezó a cambiar de tonalidades dejando de ser sólo blanca. Los bordes de sus cuerpos se veían difuminados y no alcanzaban a apreciarse bien. Se sentía como un momento fuera del tiempo.

– Tranquilo, Amor… No sabes lo que he descubierto. Que tú ya sabías lo que podemos hacer juntos.

– Pero… ¿Cómo?

– He visto tu nota en mi libro…

– ¿Quién te la enseñó? ¡Nadie la ha visto, no lo he comentado con nadie más y te juro que…!

Clara le puso un dedo en la boca, en ademán de callarlo. Era un gesto firme y amoroso a la vez.

– No hay necesidad. Te creo. No me pidas que te explique en este momento. Lo importante es que lo sé…

– Amor, yo te he querido decir…

– Sí, también sé lo del portafolios. Es importante que lo devuelvas lo antes posible. No está bien que intentes lucrar con esta capacidad. Es un gran don para hacer el bien, no para hacer dinero.

– Pero yo quiero darte lo mejor de lo mejor…

– Lo sé, pero no es por esa vía. Cuando sigues tu destino y lo haces con amor y por afán de servir a los demás, las cosas buenas llegan. No lo olvides.

– Lo tendré en cuenta.

– No solo lo tengas en cuenta. No lo olvides. No es lo mismo.

– Está bien, no lo olvidaré. Pero…

– Te diré lo que haremos: soñaremos juntos, veremos a quien te dio el dinero en el sueño, se lo regresaremos y le diremos que no puedes usar el don como él pretende, que no se puede. Lo haremos entender en el sueño, y entonces irás con él en la vigilia y harás exactamente lo que vas a hacer en el sueño. Así, estarás seguro que se destrabará este mal entendido y estaremos en paz.

– ¿Crees que funcione?

– Sí, estoy totalmente segura. No estamos solos; nos cuidarán. Te lo aseguro.

– Está bien. Hagámoslo así.

Se dieron otro beso, profundo y apasionado. El ángel, en cuyo interior se encontraban, sonrió: todo estaba resuelto. Su misión iba bien. Nuevamente la luz aumentó de intensidad hasta hacerse insoportable a simple vista.

Despertaron cada uno en su respectiva habitación, con una sensación de paz y bienestar tan profunda que vieron el mundo con nuevos ojos, con los ojos de la santidad.

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